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Capítulo 42.

Giró el picaporte, el sudor quedó impregnado en aquella vieja pieza de bronce, mierda, nunca estuvo tan nervioso en su vida. Se tomó su tiempo para abrir la puerta, miles de lágrimas guardaba en sus ojos y las retenía con la poca fuerza que le quedaba. La puerta se abrió y la vio.

Vio a su hermana, vio a la persona que lo contuvo tantas veces, a la que tantas veces le hizo la vida imposible. La vio, después de tantos años pudo volver a ella, a pesar de que tantas veces se resignaba y esperaba una llamada donde le dijeran "hemos encontrado el cuerpo".

—Hola, Jungkook.

La voz de Chaehyun se quebró y las lágrimas del alfa salieron de a montones, ya no podía fingir su fuerza, no podía. Sus piernas temblaban impidiéndole caminar, pero poco le importó, acortó la distancia en un fuerte abrazo.

Fue en ese entonces cuando pudo confirmar que era verdad, su hermana estaba viva y a un lado de ella había una pequeña cama en donde descansaba un pequeño de cabellera castaña.

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Su pecho dolía, tenía tanta emoción y angustia a la vez, no comprendía el porqué.

¿Será qué es la consecuencia de preocuparse por Jungkook? No tiene la respuesta, pero la sensación es insoportable y Jaehyun sintió su angustia a tal nivel que su llanto comenzó.

—Está bien, amor, no pasa nada —decía mientras lo mecía en sus brazos—. Jungkook está bien, debe estar trabajando. ¿Verdad?

Su sistema se alarmó. ¿Y si le había pasado algo mientras trabajaba? ¿Y si nadie entró a su oficina? ¿Y si se estaba muriendo y nadie se daba cuenta? ¿Y si lo necesitaba? Tenía que ir, algo en su pecho le decía algo extraño y él lo interpretó de la siguiente manera: Tenía que ir a aquella empresa, su alfa lo necesitaba.

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—Nos casamos un año después de que me raptaran, quedé embarazada dos años después.

—¿Cuánto tiene mi sobrino? —preguntó, haciendo referencia al pequeño en la cama.

—Haru tiene un año y un mes —dijo con una sonrisa—. Te extrañé tanto, Kook.

Volvieron a fundirse en un profundo abrazo.

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—Gracias Hobi, juro que te lo voy a pagar.

—No hace falta, Minnie. Este pequeño es muy dulce, no es problema para mí.

—Me da culpa dejarlo.

—En su año y meses de vida nunca te has separado de él, hombre, tienes que tener un poco de vida. Sientes que Jungkook te necesita, ve por él, yo cuido a tu bebé.

—Si él nos deja me sentiré culpable de haber ido tras él.

Hoseok rodó los ojos, Jimin a veces era tan inseguro que le dolía, pero lo entendía.

—Si te deja perderá él y lo sabes. No tengo hijos y no he estado en tu posición, pero ese alfa te demostró de todas las formas que te ama y que está dispuesto a cruzar el fuego por ti. Con esto quiero decir que vale la pena ir tras él, vale la pena que dejes a tu hijo una hora por ese hombre, eres feliz con Jungkook, aunque te cueste admitirlo, mereces ir hacia tu felicidad.

—Quizás estoy exagerando y no le ha pasado nada, no tengo que ir, ¿verdad?

—Contigo no se puede, Park. Ya vete, quizás le agarró un paro cardíaco y tú aquí todavía.

—¡Hoseok! —exclamó y el rubio se rió—. No es gracioso. Te veo en un rato hermoso, pórtate bien —le dio un pequeño beso a su bebé y salió del apartamento por primera vez en meses.

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—¿Dónde está, Chae?

—No lo sé, lo último que sé es que estaba haciendo tratos en Alemania. No nos viene a visitar hace meses.

—Lo vamos a encontrar de igual forma.

—No, Jin, tú no vas a meterte más en esto. Agradezco que hayas metido la nariz a tal punto de encontrar a Chaehyun, pero hasta aquí hemos llegado. La encontramos, es lo que importa.

—¿Qué dices? Jungkook, tú eras el primero que quería su cabeza —dijo en un tono algo elevado, notoriamente enojado.

—Lo sé, pero ya la tengo conmigo.

—¿Y el maltrato? ¡La forzaron a casarse! Por Dios, seguramente la obligó a tener a ese niño.

—No. Eso no —su semblante era duro—. Nadie me obligó a formar una familia, yo acepté tenerlo. Aunque suene loco le agarré cariño a esta persona, seguramente porque tenía por seguro que nadie me encontraría y que esta sería mi vida, pero yo di el sí, me sentía sola y lo pensé tanto que lloré por noches. ¿Me forzaron a casarme? Sí. ¿Me forzó a tener a Haru? No.

—¿Te obligó a tener sexo?

La castaña no respondió y eso contestó a la pregunta del mejor amigo de Jungkook. La sangre del alfa hirió por dentro.

—Te lastimó.

—Desde que me llevaron en ese auto supe que pasaría y, para mi suerte, tardó más de lo que esperaba. No fue lindo, no había amor, pero al menos no fue brusco.

Jungkook respiró hondo, tratando de tranquilizarse. Seokjin lo observaba detenidamente, sabía que aceptaría ir tras él y hacerlo pagar.

—No tienes que agradecer eso, Chae, no tenía que obligarte a nada.

—Es un mafioso, Jungkook, no podía pedir tanto en mi posición. Nunca fue malo, nunca me lastimó.

—Abusó de ti, claro que te lastimó.

—Me preparé tanto para ese momento que no lo veo de esa forma.

—Chaehyun, estás en este mundo hace cinco años, le tienes cierto aprecio porque nunca fue malo contigo, es obvio que no vas a ver lo grave que es esto. Es un mafioso, lo sé, pero no tenía derecho a exigirte nada.

—Estoy a su poder, le pertenezco de algún modo.

—No. No más.

—Nos vamos a ir de aquí, tú y tu pequeño necesitan otro lugar.

—¿Cómo, Jin? Nos va a encontrar de alguna manera u otra.

—Ustedes se van, yo me quedo.

—No, de ninguna manera, Jungkook. Es peligroso, lo he visto en acción y no es un tipo con el que quieres tener problemas.

—Chae, no puedes quedarte aquí y Jin...

—¿Qué hay de Jimin?

El alfa quedó sin habla. Jimin no sabía nada, en este momento suponía que la preocupación se apoderaba de su cuerpo, se sentía tan culpable que quería llorar.

—¿Quién es Jimin? —preguntó Chaehyun.

Mi omega.

✧✦✧

Estaba caminando por la plaza que fue su hogar, miró con nostalgia el banco donde durmieron por noches y su mente viajó a todas aquellas veces que miró la luna pidiendo por favor que pudieran salir adelante, recordó las veces que le habló a las estrellas llorando, pidiendo que tengan piedad de él. Miró tantas veces el cielo implorando que su profecía maldita cambiara, que algún ser de luz los ayude.

Y ahora lo veía con claridad, la luna, las estrellas o alguna divinidad escuchó su pedido, algún ángel se compadeció de su infinita catarata de dolor y le envió a aquel ser de luz que pidió, y con él vino todo lo que soñó. Un techo, un plato de comida, ropa, agua caliente, ropa para su hijo y por lo que más rogó: amor.

No amor para él, amor para su bebé. Pero la luna se compadeció tanto de su pedido que le envió a una persona que lo trata como si fuera un príncipe, como si fuera el príncipe de su corazón. Estuvo tantas noches viendo el azul de la noche que aquel color oscuro y amargo lo cegó, ahora recorriendo ese lugar y pensando en su pasado puede ver con claridad, puede ver su cielo de un color dorado.

Sonrió para sí. Tenía todo lo que pidió y mucho más, por primera vez en meses pudo aceptarlo, por primera vez en meses pudo salir a ver la realidad. No iba a dejar de ser aquel omega inseguro y con traumas, pero ahora estaba seguro de que tenía todo lo que una vez imploró de rodillas y su corazón latía con fuerza por aquello.

Llegó justo para subir al tren, estar rodeado de tanta gente lo ponía ansioso, pero trató de respirar y controlarse. La única persona que lo tocaba era Jungkook, el único aroma que sentía era el suyo, los únicos roces eran los suyos, el alfa era su única realidad y de golpe habían demasiadas personas a su alrededor, demasiadas voces, demasiados aromas que lo mareaban, demasiados alfas rozando contra él. Hace tanto tiempo que no estaba en el mundo real, se escondió por tanto tiempo en su nido que olvidó lo que era la vida.

Llegó a su destino, su flequillo se encontraba pegado a su frente a causa de la transpiración, sus manos temblaban y su respiración era irregular.

"Tengo que calmarme, Jungkook no puede verme así."

Cruzó la calle y divisó el gran edificio, al llegar empujó la puerta y vio a una chica al teléfono en el escritorio que estaba a unos pasos de la entrada, supuso que era la recepcionista.

—Hola, deme un segundo, por favor —dijo Daira mientras escribía en una agenda.

—Si, está bien —contestó tratando de recuperar el aliento.

Tardó unos minutos en colgar la línea, el omega pensó muchas veces en salir a correr en busca de Jungkook, pero no sabía en que lugar estaba su oficina.

—Disculpe, era una llamada importante. ¿En qué puedo ayudarlo?

—Busco a Jeon Jungkook, ¿podría decirme dónde se encuentra su oficina?

✧✦✧

Una decisión, una opción, una oportunidad, un error en falso y todo se iría a la mierda. Jimin o Chaehyun. Volver con su amado o vengar todo lo ha vivido su hermana. Regresar con su familia o tratar de reconstruir la suya. Una opción correcta, sólo una. ¿Era correcto elegir a su omega antes que a su hermana? ¿Era ético? Su lobo le gritaba regresar, él no podía hacer oídos sordos a lo que su hermana pasó, pero tampoco podía imaginar no embriagarse nunca más con el exquisito aroma de Jimin, de su Jimin.

—No puedes dejarlo, tienes que volver con él y con su hijo.

—Chae, no es tan fácil esta decisión.

—Jungkook, ese omega pasó por mucho, si te pierde lo vas a destruir, ¿quieres que sufra?

—No quiero eso... pero no...

—Nada, Jeon. Viví cinco años así, juro que puedo soportar muchos más, pero tú no te vas a arruinar la vida por mi culpa. No me lo perdonaría jamás.

—Por mi culpa estás aquí —soltó, su voz fue tan débil que su garganta se cerró a causa de una gran retención de lágrimas—, pude haber hecho más, pude luchar, pude... pude...

Los balbuceos comenzaron, el alfa no podía terminar la oración porque las imágenes de ese momento lo atormentaban y todas las veces que se culpó cayeron de golpe. Un abrazo lo envolvió.

—No podrías haber hecho nada, ellos eran más fuertes, ellos tenían más edad y tú sólo eras un adolescente que ni siquiera había desarrollado la fuerza necesaria. No fue tu culpa, nada de esto es tu culpa —dijo en su oído—. Me encontraste, estoy bien, puedo vivir así. Ya me acostumbré a esto, tú tienes una vida muy valiosa allí afuera y no quiero que la arruines.

—Quiero sentir por una vez que puedo cuidarte, sé que te puedes cuidar, pero necesito demostrártelo sólo demostrarlo.

Quiero que vean que puedo ser un alfa. Quiero que vea que puedo ser un alfa.

✧✦✧

—El señor Jeon no se encuentra el día de hoy, lo siento. ¿Quién lo busca?

—Un... Un amigo, gracias.

No estaba en su oficina, no estaba trabajando, no le dijo donde iría. Su preocupación aumentó. ¿Le habrá pasado algo? ¿Por qué siento esta presión en el pecho? ¿Se marchó?

Jungkook no le ocultaba secretos o eso es lo que se repitió por varios minutos, él no se alejaría, él no, él era diferente. Su ritmo cardíaco volvió a subir, preguntó donde estaba el baño con el poco aliento que le quedaba y caminó como pudo hasta allí. Se mojó la cara y trato de respirar.

"Jungkook está bien, sólo se olvidó comentarme donde estaría. Volverá a casa. ¿Volverá?"

El aroma agrio, los besos agridulces, su mirada antes de partir, algo en su mente hizo click y quiso morir en ese instante. Era una despedida, Jungkook, su Jungkook, su alfa, su todo lo dejó. No avisó, no lo comentó, sólo se marchó dejando pistas invisibles que no pudo descifrar.

Su corazón estaba hecho pedazos nuevamente, sus ganas de seguir respirando eran nulas, las lágrimas recorrían sus mejillas, trataba de retenerlas, pero no podía. Se fue el día que pudo reconocer abiertamente que era la divinidad dispuesta a cambiar su profecía, se fue justo cuando su corazón estaba dispuesto a darle los pedazos rotos, se fue cuando su rostro volvió a tomar aquel color vivo que tanto había añorado recuperar, pero que poco a poco se volverá a desintegrar por el color oscuro y amargo del dolor profundo que siente en cada parte de su sistema.

Nadie se quedará de verdad.

Sus palabras dulces, sus actos de amor, sus besos, sus ojos, su recuerdo lo recorría como ducha caliente en una mañana fría y lo odiaba, odiaba volver a sufrir, pero más odiaba que el hombre más bueno del planeta lo haga sentir de tal forma. Odiaba que le haya mostrado nubes de colores para terminar yéndose.

Estaba en su punto más débil, su cuerpo temblaba a la par de sus hipidos, no podía mantenerse de pie y es por esto que se encontraba sosteniéndose del lavamanos, escuchó que alguien entró, trató de recomponerse, cerró los ojos y respiró profundamente. Respiró y lo sintió. Sintió su olor y deseó no haberlo reconocido a la perfección.

Levantó su cabeza y miró a través del espejo que estaba frente a él. Sus ojos se encontraron con el hijo de puta más insignificante que haya existido.

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